La luz es una parte constitutiva de varias disciplinas, da forma al mundo tal como lo conocemos. En física sirve como medida de la velocidad, explica la visión, el registro de imágenes por el ojo, por el lente de la cámara. A lo largo de la historia del arte, la representación de la luz –o la ausencia de ella– ha guiado movimientos seculares en diversas manifestaciones con técnicas y soportes igualmente diferentes. Lo que significa que la luz –y su derivado, la sombra– son capaces de crear diferentes ambientes, atmósferas y sensaciones, que se pueden percibir en objetos y espacios. De este modo, la luz también es constitutiva de la arquitectura.
Luigi Ghirri escribió que la luz cambia la apariencia y el significado de la arquitectura. A menudo, los dibujos o contrastes entre luces y sombras hacen que las imágenes sean más impactantes y, congeladas en el papel, quedan abiertas a largas miradas, interpretaciones y atribuciones de significado. De hecho, la incidencia de la luz sobre el edificio puede utilizarse para transformarlo. Y, aprovechando el movimiento natural del sol, se pueden crear diferentes ambientes para un mismo proyecto. Junto con el movimiento del ocupante a través del espacio, la luz y la sombra pueden revelar muchos edificios dentro de un solo edificio.
Si el mundo toma forma gracias a la incidencia de la luz sobre los objetos, aprovechar elementos arquitectónicos formales para resaltar o enmarcar determinados ángulos es una forma de potenciar la construcción. En la reforma de la tienda Selo, realizada por el estudio MNMA, la construcción es austera –en contraste con el entorno metropolitano. Internamente, lo que se revela es un espacio lleno de recovecos y recortes, lo que da como resultado una atmósfera muy marcada geométricamente y establece entradas y rincones para explorar diferentes fuentes de iluminación. La entrada y las fuentes de luz son perfectas, pero el aspecto general es sutil y difuso. Las formas de la tienda terminan “lavadas” por la luz, y resaltadas por la misma razón.
El uso de la geometría combinado con la iluminación adquiere un efecto completamente diferente en el caso de la residencia Rombo IV. Miguel Angel Aragonés utiliza iluminación artificial y de colores para alterar drásticamente el entorno construido. Si bien hay iluminación natural, las habitaciones tienen un ambiente tranquilo y sobrio. En su ausencia, la arquitecta hace uso de luces de colores que, además de modificar la sensación del ocupante haciéndolo más enérgico, transforman el ambiente sereno de hace unas horas en un escenario un tanto irreal y etéreo, que recuerda a las Cromosaturaciones de Carlos Cruz-Diez.
A veces se puede usar la geometría para que la luz misma dibuje patrones en el espacio. Pérgolas, galpones, muxarabis y cobogós sirven como cerco funcional en las edificaciones, atenúan la luz y aseguran privacidad sin impedir la ventilación, además de crear texturas luminosas y diseños de mobiliario en los ambientes. Sería como dibujar una escotilla viva, sin utilizar grafito, sobre un soporte que no sea el papel.
El Archivo Histórico de Oaxaca hace uso de estos elementos para asegurar la incidencia de la luz natural, manteniendo la ventilación cruzada en el conjunto. El equipo de la oficina de Mendaro Arquitectos aprovecha la tradición de la arquitectura oaxaqueña y sus juegos de luces y sombras para crear marcas dramáticas y regulares en el plató, que sin duda transforman los recorridos, y crean formas luminosas en paredes y pisos, dando dinamismo a lo que sería un mero pasillo, o un muro ciego.
El mismo principio es utilizado por José Ignacio Valdivieso en el Pabellón Jardineros del Club Hípico de Santiago. La zona de descanso de los jardineros del Club podría tratarse de forma banal, pero el arquitecto transforma un simple cobertizo en un juego de cuadrículas. Los muros de ladrillo hueco emulan la sombra del árbol que protegía del sol a los jardineros antes de la construcción del pabellón. Sin embargo, como el suelo y las paredes están hechos de ladrillos de las mismas dimensiones, el pequeño edificio se puede ver como un volumen cuadrado sobre el que se dibuja otro cuadrado –el que proyecta la luz que se filtra a través de los ladrillos huecos– que puede o puede no no coincidir con los existentes. Es una especie de dibujo inmaterial.
El movimiento solar genera proyecciones de luz que recorren el ambiente a lo largo del día. Esta dinámica por sí sola ya cambia el entorno. Sin embargo, es posible que los elementos del proyecto también se muevan, para generar siempre diferentes diseños de luces y sombras. Fue decisión del grupo STILL YOUNG para la tienda ARC'TERYX, que no necesariamente planificó la incidencia solar en el establecimiento, sino que dejó que la luz creara aleatoriamente las líneas que dividen la luz de la oscuridad. Como los muebles de vitrina giran, cualquier diferencia en el ángulo de apertura puede generar un nuevo diseño.
La luz y su trayectoria diurna también sirven como medida del tiempo. De nuevo, la luz constituye la rutina y la relación con el mundo, dándole forma y periodicidad. Civil Architecture revisó esta premisa para concebir la instalación Sun Path, Rajab to Shawwal 1444, para la Bienal de Artes Islámicas de 2023. Lo interesante no es solo la referencia a los relojes de sol en las mezquitas, para indicar la hora de las oraciones diarias, sino que al mismo tiempo, en lugar de mostrar el tiempo a través de la sombra, la instalación está equipada con una marquesina perforada, que sombrea el conjunto y muestra el tiempo con luz. Hay un resurgimiento de la temporalidad diferente a la precisión de segundos de los relojes digitales. El paso de una hora a la siguiente es más suave, y el rayo de luz enfoca momentos históricos importantes en la historia islámica. La luz transforma el espacio y lo localiza temporalmente.
La amplitud de posibilidades creativas que ofrece este juego de luces, formas y sombras se puede explorar de diferentes maneras, en diferentes proyectos. La relación entre arquitectura y luz existe mientras existe la propia disciplina, y la forma en que cada elemento del proyecto –material o inmaterial– entra en el conjunto, cumpliendo una función, pudiendo ampliar el abanico de sensaciones que provoca.
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