Cuando hablamos de sostenibilidad en la construcción, nos hemos acostumbrado a un enfoque apoyado en soluciones tecnológicas complejas, sensores y materiales costosos y, hoy en día, inteligencia artificial. Sin embargo, surge una provocación: ¿y si todo lo que buscamos pudiera surgir de los propios materiales, aprovechando sus propiedades intrínsecas, sin siquiera depender de la energía eléctrica? El uso de materiales hidromórficos ofrece una perspectiva innovadora y arroja luz sobre posibilidades poco exploradas en este campo. Estos materiales tienen la capacidad de adaptarse a las variaciones de humedad ambiental, cambiando su forma, tamaño u otras propiedades físicas. Los ejemplos en la naturaleza incluyen la madera, proteínas higroscópicas como el colágeno, polisacáridos como la celulosa y la quitina, minerales higroscópicos como ciertas sales y gel de sílice, así como esporas y granos de polen, todos ellos exhibiendo la capacidad de absorber o liberar humedad en respuesta a los cambios de humedad. En la arquitectura, los investigadores se han esforzado por desarrollar materiales, especialmente para las fachadas, que puedan tener vida propia y hacer que los edificios sean más confortables de forma natural.
Transparencia, integración y límites son palabras clave para entender el trabajo de Riken Yamamoto. Ganador del Premio Pritzker en 2024, el trabajo del arquitecto japonés puede ser reconocido por su capacidad para establecer y desafiar los conceptos espaciales convencionales de la materialidad, creando espacios que promueven interacciones y conexiones entre las personas y su entorno. La transparencia, ya sea en la configuración física de los edificios, la elección de los materiales utilizados o la filosofía subyacente aplicada en todas sus obras, emerge como un elemento central a lo largo de su carrera.
Los ladrillos forman parte del imaginario colectivo cuando pensamos en construcción. Se trata de materiales elementales, omnipresentes, modulares, ligeros y confiables para la construcción de edificios. Sin embargo, la fabricación tradicional de bloques cerámicos se basa en la quema de arcilla en hornos a altas temperaturas, por lo general alimentados con combustibles fósiles no renovables como el carbón o el gas natural. Además, el proceso de transporte aumenta significativamente su huella ambiental, ya que los materiales son pesados y voluminosos. Sabemos que existe un interés creciente por encontrar materiales de construcción alternativos, que ofrezcan un menor impacto ambiental y una mayor sostenibilidad. De hecho, los ladrillos de suelo cemento son un buen ejemplo, ya que presentan una menor huella ambiental al utilizar materias primas locales y eliminar el proceso de quema, pero manteniendo muchas de las cualidades intrínsecas de los ladrillos tradicionales.
Piezas de porcelanato han sido hábilmente elaboradas en todo el mundo durante siglos, siendo ampliamente utilizadas en suelos, paredes, escaleras e incluso encimeras. Este material, derivado de arcilla fina y sometido a altas temperaturas, es reconocido por su estética refinada, facilidad de mantenimiento y baja absorción de agua. Su notable versatilidad y durabilidad lo distinguen, convirtiéndolo en una elección destacada para diversas aplicaciones. En su proceso de fabricación, tras la fase de secado, las piezas se abren a infinitas posibilidades de impresiones y patrones gracias a la tecnología de chorro de tinta láser, permitiendo alcanzar los efectos deseados en cuanto a color y textura. Este enfoque tecnológico no solo refuerza la calidad del producto, sino que también añade una dimensión creativa a la aplicación de estas piezas de porcelanato en entornos diversos.
Mucho más allá de las modas temporales, los revestimientos de porcelanato con texturas se han destacado como una forma efectiva de transformar los interiores. Estos pueden ser empleados en paredes específicas para destacar, creando puntos focales que realzan la decoración, permiten aumentar la luminosidad y el movimiento en los espacios gracias a sus facetas tridimensionales, y pueden combinarse con accesorios y elementos para romper con la paleta cromática dominante.
Los espacios comunes, ya sean internos o externos, públicos o privados, se caracterizan por ser lugares de encuentro, oportunidades, intercambio de ideas o bienes, y en última instancia, le confieren identidad a las ciudades. Sin embargo, con la aparición de Internet y las redes sociales, muchas de estas funciones se han trasladado al ámbito virtual o han perdido parte de su relevancia, y hemos sufrido un impacto en las relaciones durante el largo período de aislamiento debido a la pandemia. Ante este desafío, los profesionales de la arquitectura se enfrentan a la cuestión fundamental de cómo revitalizar estos espacios cruciales para la sociedad. ¿Será el diseño la clave para reavivar estos lugares? ¿Cómo es posible lograr que estos espacios, que son a la vez de todos y de nadie, sean realmente cómodos?
La crisis mundial de la vivienda genera una amplia gama de desafíos, que van desde la falta de vivienda hasta la realidad de millones de personas que enfrentan condiciones de vivienda precarias, hacinamiento y alquileres excesivamente altos. Enfrentarlo implica voluntad política, la unión del Estado y la iniciativa privada, pero principalmente soluciones innovadoras que prioricen la accesibilidad, la sostenibilidad y mecanismos gubernamentales que lo permitan. Una cosa es segura: necesitamos construir masivamente en el futuro para mejorar esta situación. La implementación de métodos de construcción eficientes, como la prefabricación y la construcción modular, puede acelerar la creación de unidades de vivienda asequibles al reducir los costos y plazos de construcción y la adopción de prácticas de construcción respetuosas con el medio ambiente, como el uso de materiales reciclados y el diseño de estructuras energéticamente eficientes, no solo contribuyendo a la sostenibilidad. pero minimizando los gastos operativos a largo plazo para los residentes.
La práctica del upcycling, predominante en sectores de la moda a la construcción, no solo revitaliza artículos desechados, agregando valor y función, sino que también contribuye a transformarlos en recursos valiosos. Adoptar el espíritu de la economía circular, aprovechando residuos agrícolas, como espigas de maíz, paja de arroz y bagazo de caña de azúcar para materiales de construcción, marca un cambio fundamental hacia prácticas sostenibles, promoviendo un sistema de circuito cerrado que minimiza los residuos y optimiza la eficiencia de los recursos.
CornWall®, desarrollado por Stone Cycling, surge como una innovación pionera en este sentido. Inspirado en el cambio imperativo hacia una economía de base biológica, incorpora una solución transformadora que aborda las preocupaciones apremiantes del impacto ambiental de la industria de la construcción. Conversamos con Ward Massa, un visionario de Stone Cycling, sobre este material. Se trata de un material de acabado de paredes fabricado a partir de biomasa vegetal, obtenida principalmente de los núcleos de las espigas de maíz de origen regional. Estos residuos orgánicos están ampliamente disponibles y normalmente se destinan a la fermentación, la quema como biomasa o a convertirse en simples residuos orgánicos.
“En solo una generación, hemos pasado del lápiz a la Inteligencia Artificial.” Esta frase de Knut Ramstad, de Nordic Office of Architectureen este video, resume los cambios sísmicos que hemos presenciado en la forma en que desarrollamos nuestros proyectos durante las últimas décadas, lo que ha traído mayor eficiencia, posibilidades de visualización y comprensión, así como el análisis expreso de variables de diseño. Las arquitecturas se han vuelto más complejas, con más variables, muchas nuevas demandas y exigencias, y los plazos no se están reduciendo. En este paisaje en constante evolución de la industria de la arquitectura, ingeniería y construcción (AEC), los avances tecnológicos han desencadenado un cambio radical en el enfoque de los profesionales para concebir, planificar y ejecutar proyectos, ampliando un abanico de oportunidades y destacando el poder transformador de los datos como un recurso esencial. Esta transformación puede catalizar la eficiencia y sostenibilidad de la industria, con un enfoque crucial en la reducción de la huella de carbono y la minimización de la generación de residuos.
Las certificaciones de construcción sostenible pueden desempeñar un papel crucial en la mitigación del cambio climático al establecer criterios sólidos para fomentar prácticas ecológicamente responsables en la industria de la construcción. No solo otorgan visibilidad pública y monitorean el desempeño, asegurando el cumplimiento de regulaciones, sino que también estimulan la reducción del impacto ambiental, al mismo tiempo que recompensan a los edificios que cumplen con rigurosos estándares de sostenibilidad. Al establecer niveles más altos de excelencia en proyectos y construcciones, estas certificaciones ejercen influencia en la evolución de los códigos de construcción, en la capacitación de los profesionales y en las estrategias corporativas.
Cuando hablamos de tecnología, a menudo pensamos en robots, supercomputadoras, centros de datos o teléfonos inteligentes. Pero la tecnología también se refiere a la invención de las primeras herramientas de piedra tallada o al desarrollo de la máquina de vapor, responsable de la primera Revolución Industrial. El término proviene de la combinación de las palabras griegas "techne" (arte, artesanía) y "logos" (palabra, discurso), y no es más que la aplicación del conocimiento para lograr objetivos de una manera específica y reproducible, con fines prácticos. En el sector de la construcción, que involucra grandes cantidades de recursos y personas, más tecnología significa incorporar nuevos métodos, herramientas, automatización y software que pueden mejorar la eficiencia de las construcciones. Esta industria, históricamente reacia a la innovación, representa un gran impacto en el medio ambiente a través de las emisiones de carbono y la explotación de materias primas. Sin embargo, a medida que la construcción se adentra en el mundo digital, los constructores han comenzado a ver la tecnología como un medio para optimizar prácticas e identificar, construir y gestionar sus proyectos.
La innovación prospera cuando nos detenemos a observar, cuestionar y reimaginar el mundo a nuestro alrededor, convirtiendo los desafíos en oportunidades de progreso. La naturaleza, en particular, sirve como una rica fuente de inspiración. Al observarla, estudiar sus desafíos cotidianos y contemplar los procesos existentes, podemos descubrir ideas valiosas que inspiran soluciones innovadoras.
Uno de estos desafíos actuales en el mundo es la producción de concreto, un material antiguo y extremadamente popular. También es responsable de una parte significativa de las emisiones globales de CO2 debido al proceso intensivo en energía de la producción de cemento y las reacciones químicas involucradas. Se estima que la producción de concreto es responsable de aproximadamente el 8% de las emisiones anuales de CO2 del mundo, bombeando 11 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera todos los días, lo que representa el 8% de las emisiones anuales de CO2 y consume el 9% del agua industrial anual del mundo. Además de esto, tenemos una proyección de que el stock de construcción mundial se duplique para 2060, el equivalente a construir una ciudad entera de Nueva York cada mes durante los próximos 36 años, lo que significa una demanda increíblemente creciente de cemento y hormigón. ¿Podemos hacer algo frente a este escenario desalentador? En este artículo, hablamos con Loren Burnett, CEO de Prometheus Materials, que ha desarrollado un material imitando los procesos naturales para recrear el concreto tal como lo conocemos.
La madera reconstituida ha surgido como una alternativa sustentable para reemplazar a los componentes de concreto en las construcciones, ya que estos contribuyen, por sí solos, al 8% de las emisiones globales de CO2. Con varios ejemplos en diferentes escalas y programas, este material ha demostrado ser prometedor para revolucionar la industria, agregando eficiencia, resistencia y confort. Incluso cuando tratamos con procesos altamente estandarizados y eficientes en la fabricación de las piezas estructurales, siempre hay lugar para mejorar y reducir el desperdicio. Principalmente porque el proceso industrial tradicional de cortar los troncos en partes puede generar residuos sustanciales.
En este contexto surge A.I. Timber, un material de construcción innovador diseñado para minimizar el desperdicio al preservar los contornos naturales de los árboles. En lugar de los métodos convencionales de cortar troncos individuales en tablas estandarizadas, A.I. Timber utiliza la Inteligencia Artificial de manera ingeniosa para encajar estos troncos como las piezas de un rompecabezas perfectamente ensamblado. Para comprender más sobre la iniciativa y el futuro de este material, conversamos con Carlo Ratti y Mykola Murashko, quienes coordinaron el proyecto.
Existen ciertos símbolos que trascienden las barreras del idioma y son fácilmente reconocidos y comprendidos por personas de diversas culturas. Ejemplos de ello son los íconos masculinos y femeninos del baño, la cruz que simboliza la salud y, más recientemente, el símbolo universal del Wi-Fi. Entre estos íconos universales se encuentra el del reciclaje, concebido en 1971 por Gary Anderson, un arquitecto y diseñador que, en su momento, fue estudiante en la Universidad del Sur de California. Como un ciclo continuo, se trata de un triángulo con tres flechas dispuestas en el sentido de las agujas del reloj, cada una de las cuales representa a la industria, al consumidor y al reciclaje, respectivamente.
Reintegrar lo que normalmente se considera residuo en el ciclo de producción es un principio fundamental de la economía circular. Este concepto es particularmente destacado en la industria de la construcción, que históricamente ha dependido de la destrucción y extracción de recursos para existir. Nada más simbólico que los ladrillos, que también representan la construcción de cosas nuevas, para aplicar los conceptos de circularidad. Mentes creativas han aceptado este desafío, creando soluciones que transforman materiales desechados en recursos de alto valor, generando una amplia gama de productos, que abarcan materias primas residuales involucrando desde algas marinas y plásticos hasta cabello humano. Estas innovaciones no solo abordan problemas ambientales urgentes, sino que esencialmente redefinen la forma en que construimos y habitamos nuestros espacios. En este artículo, destacamos 7 iniciativas que han convertido los residuos en ladrillos.
El concreto cuenta con una gran resistencia a los esfuerzos de compresión, pero es un material frágil en cuanto a la tracción. Es por eso que la incorporación del acero, con su alta resistencia a la tracción, convirtió al llamado concreto armado en el método constructivo más utilizado en el mundo. En otras palabras, el concreto armado combina las ventajas intrínsecas de sus dos componentes principales, concreto y armaduras de acero, para obtener un material extremadamente resistente, versátil y práctico. Estas barras de acero, además de reforzar la estructura, pueden utilizarse en instalaciones artísticas, fachadas e incluso en interiores.
El propósito de la innovación es promover el cambio positivo y el progreso en diversos aspectos de la vida. Esto implica crear, desarrollar e implementar nuevas ideas, métodos, productos o procesos que mejoren los existentes o introduzcan conceptos completamente nuevos. La renombrada firma de arquitectura y diseño Henning Larsen, fundada en 1959 en Dinamarca, tiene un firme compromiso de adoptar la innovación como elemento central de su trabajo. Con énfasis en la excelencia del diseño, la sustentabilidad, la colaboración y enfoques centrados en el usuario, la innovación juega un papel clave en su búsqueda de crear hitos arquitectónicos icónicos y sostenibles. A través de la investigación y del desarrollo de proyectos, constantemente exploran nuevas ideas, materiales y tecnologías para mejorar la funcionalidad y elevar la experiencia del usuario en sus edificios. Para obtener más información sobre este enfoque visionario y su impacto en la eficiencia arquitectónica, hablamos con Jakob Strømann-Andersen, quien dirige un departamento especializado que combina la innovación y la sustentabilidad, destacando el compromiso de la firma de ampliar los límites de la arquitectura sostenible.
El período geológico en el que actualmente habitamos se conoce como el Antropoceno, definido por el impacto humano sustancial en los ecosistemas y la geología de la Tierra. En contraste, el Symbioceno, un término acuñado por el filósofo y ambientalista australiano Glenn Albrecht, presenta una visión del futuro caracterizada por una relación positiva y simbiótica entre los seres humanos y el mundo natural. En la era del Symbioceno, los seres humanos colaboran activamente con la naturaleza, reconociendo su interdependencia con los ecosistemas de la Tierra y esforzándose por regenerar y restaurar el medio ambiente natural, creando así un mundo más armonioso y sostenible.
La obra del arquitecto franco-suizo Charles-Édouard Jeanneret, es, entre muchos otros adjetivos, abarcadora. Le Corbusier se aventuró en escalas desde el diseño de muebles hasta planes urbanos para ciudades enteras, pasando por la pintura, proyectos diversos y la escritura de libros. Algo que no se habla tanto, sin embargo, es la teoría de colores que él desarrolló y aplicó a varios de sus proyectos arquitectónicos y esfuerzos artísticos. Profundamente arraigada en su creencia de que el color juega un papel significativo para evocar emociones y crear ilusiones espaciales, la teoría de colores de Le Corbusier fue descrita en su libro "PolyChromie Architecturtale" (arquitectura policromía), publicado en 1931. Allí, él introdujo su concepto y una gama cuidadosamente curada de colores que pretendían ser usados en contextos arquitectónicos específicos.
A medida que crece la conciencia sobre la escasez, el estrés hídrico y la sostenibilidad ambiental en el mundo, el concepto de huella hídrica se vuelve cada vez más relevante. A diferencia de su primo más popular, la "huella de carbono", que se concentra en las emisiones de gases de efecto invernadero, la huella hídrica brinda una visión holística del agua utilizada durante todo el ciclo de vida de un producto, proceso o actividad. Mide la cantidad de agua consumida (directa e indirectamente) y contaminada, teniendo en cuenta diferentes tipos de recursos hídricos, además de servir como una herramienta valiosa para empresas, formuladores de políticas e individuos para entender y abordar sus impactos relacionados con el agua. Incluso, hay calculadoras en línea que miden nuestras huellas individuales a través de preguntas simples sobre nuestras casas, electrodomésticos e incluso hábitos alimentarios.