La arquitecta hondureña Ángela Stassano está contribuyendo al paisaje arquitectónico de Centroamérica con su investigación aplicada sobre diseños bioclimáticos. Con sede en San Pedro Sula, Honduras, sus proyectos se basan en técnicas patrimoniales locales para abordar las necesidades de los ambientes tropicales cálidos y húmedos. Stassano ha desarrollado su experiencia a lo largo de más de 30 años de investigación práctica, que culminó en una guía de arquitectura bioclimática que describe sus métodos de construcción en esta región. Uno de sus proyectos más notables, Las Casitas, es un complejo residencial que encarna esta investigación. El proyecto incluye múltiples casas tropicales energéticamente eficientes que aprovechan el clima local, lo que resulta en bajos costos operativos y de energía.
Moises Carrasco
Arquitectura bioclimática en Centroamérica: lecciones del trabajo de Angela Stassano en Honduras
Un acercamiento a la meditación: 5 casas en Latinoamérica para encontrar la tranquilidad en espacios vibrantes
Cuando pensamos en espacios que fomentan la meditación, nuestras mentes a menudo viajan ya sea a los jardines zen de Japón, donde las líneas limpias y el paisaje cuidadosamente arreglado invitan a la quietud, o a los diseños escandinavos con tonos neutros y telas suaves. Estos estilos evocan un sentido de calma a través de la simplicidad, por lo general visto como una característica de los estilos arquitectónicos japoneses y del norte de Europa. Sin embargo, la tranquilidad y la meditación no están restringidas a estos tipos de entornos. Las tradiciones arquitectónicas de América Latina también ofrecen enfoques poderosos, aunque a menudo pasados por alto, para espacios meditativos. Con tonos terrosos de terracota, texturas de adobe rugosas, patios íntimos y una fuerte conexión con la naturaleza, estos entornos invitan a la reflexión a través de la calidez y la riqueza material, creando espacios que son relajantes sin ser sobrios.
El urbanismo de Tegucigalpa: cómo la planificación moderna dio forma a la capital de Honduras
En las primeras décadas del siglo XXI, Honduras experimentó niveles más altos de crimen y violencia en comparación con sus otros vecinos centroamericanos. Esta situación hizo que el país fuera en gran medida evitado por la mayoría de los visitantes e inversores. Sin embargo, no impidió que Tegucigalpa, su capital, experimentara una explosión de desarrollos residenciales y de oficinas que actualmente están remodelando su horizonte. Definida por una topografía única y un clima tropical, la ciudad sirvió como campo de pruebas para los principios urbanísticos modernistas que contribuyeron a la transformación de un pequeño pueblo minero en una de las metrópolis más grandes de Centroamérica.