Diversificar los materiales de un espacio interior puede mejorar en gran medida su profundidad e interés visual. Al mismo tiempo, agregar particiones u otras delimitaciones en el espacio interno puede ayudar a organizar sus flujos, la circulación y la visibilidad. El policarbonato, un tipo de termoplástico ligero y duradero, es un muy buen medio para ambas funciones.
En bruto, el policarbonato es completamente transparente y transmite luz con casi la misma eficacia que el vidrio. Sin embargo, también es más ligero y resistente que el vidrio, y más resistente que otros plásticos similares como el acrílico, poliestireno, ABS o nailon, por lo que es una buena opción para los diseñadores que buscan materiales duraderos, resistentes al impacto y al fuego que aún transmitan la luz. Al igual que el vidrio, es un filtro UV natural y se puede colorear o teñir para lograr translucidez, pero también es valorado por su flexibilidad, lo que le permite adoptar cualquier forma o tamaño. Finalmente, es fácilmente reciclable porque puede licuarse en lugar de quemarse, lo que lo hace al menos más ecológico que otros plásticos termoendurecibles. Por ejemplo, el policarbonato reciclado se puede hacer reaccionar químicamente con fenol en una planta de reciclaje, produciendo monómeros que se pueden convertir nuevamente en plástico.