Aunque el uso de los arcos en la arquitectura se remonta al II milenio a. C., fueron los romanos quienes los consolidaron como elemento de ingeniería y símbolo de las victorias militares, que ahora vemos en exceso como arcos conmemorativos. Poco después, diferentes civilizaciones y culturas adoptaron el arco para sus propios fines, uniendo la necesidad estructural y la estética. En este artículo, veremos cómo los arcos pasaron de ser elementos estructurales significativos a cautivadores detalles decorativos.