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Hace casi 6 meses, el 4 de agosto de 2020, la ciudad de Beirut fue sacudida por una de las mayores explosiones no nucleares de la historia. Dejando el lado norte de la capital en ruinas, la explosión dañó alrededor de 40.000 edificios. Las nuevas estructuras contemporáneas completadas recientemente por arquitectos internacionales locales ahora enfrentan dilemas de reconstrucción, lo que plantea las siguientes preguntas: ¿Cómo deberían ser los esfuerzos de reconstrucción de los edificios dañados "nuevos"? ¿Deberían los arquitectos reconstruirlos como estaban antes de la explosión, borrando lo que pasó o deberían dejar cicatrices y retratar nuevas realidades?