Diseñando los sentidos: ¿Cómo la sinestesia moldea nuestro mundo construido?

El Museo Judío de Berlín, diseñado por Daniel Libeskind, emplea la sinestesia para evocar sentimientos de desorientación, pérdida y memoria a través de geometría fragmentada, iluminación contrastante y selección de ciertos materiales. Inspirado en una estrella de David destrozada, el edificio guía a los visitantes a través de pasillos inclinados y estrechos, creando inestabilidad e incomodidad. La luz, ya sea filtrada a través de rendijas o casi totalmente ausente en ciertas áreas, refuerza la atmósfera opresiva. El hormigón crudo, con su textura fría y rígida, intensifica esta experiencia, mientras que el vacío resuena con ecos y silencio. En el espacio Shalekhet (Hojas caídas), placas de metal con forma de rostros emiten sonidos inquietantes cuando se pisan, creando una experiencia auditiva perturbadora. El museo trasciende su función como espacio de exhibición y se convierte en una experiencia arquitectónica inmersiva, donde la luz, el sonido, la textura y la forma se combinan para transmitir el dolor y el recuerdo del Holocausto.
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