Durante el siglo XIX, los esfuerzos por mejorar la calidad de vida urbana se centraron en la creación de jardines y parques, comenzando así la evolución del paisajismo como la disciplina moderna que conocemos hoy. Sin embargo, aunque existen ejemplos notables alrededor del mundo, la excesiva estructura y artificialidad de los jardines urbanos ha ido en contra de las motivaciones que les dieron origen. En muchos casos, su diseño ha resultado en espacios públicos descontextualizados e ineficientes, altamente demandantes en recursos y alejados de una verdadera sostenibilidad.
La geometría estricta y el uso forzado de especies de difícil adaptación y cuidado están dando paso al regreso de un paisajismo más orgánico, adecuado a los ecosistemas locales y eficiente en su desarrollo y conservación. Los bosques nativos reúnen todos estos aspectos positivos. No sólo permiten restaurar ecológicamente áreas degradadas, sino que mejoran la calidad del aire y retienen el agua de lluvia, creando espacios verdes biodiversos que conectan profundamente a las personas con la naturaleza. Conversamos con Magdalena Valdés, fundadora y directora de Bosko, quien nos explica por qué los bosques nativos son el camino correcto hacia un paisajismo consciente y realmente ecológico.