La arquitectura ha sido entendida durante mucho tiempo como una herramienta poderosa para dar forma al entorno físico y a las dinámicas sociales dentro de él. Sin embargo, su potencial para fomentar la equidad social a menudo es pasado por alto. El diseño impulsado por la empatía invita a los profesionales de la arquitectura a abordar su trabajo no solo como creadores de espacio, sino como facilitadores de la conexión humana y el bienestar comunitario. Este enfoque se centra en comprender las experiencias vividas, las luchas y las aspiraciones de las personas — particularmente las comunidades marginadas — y en responder a sus necesidades a través de una arquitectura inclusiva y reflexiva. Va más allá de la estética y la funcionalidad, enfocándose en crear espacios que fomenten la dignidad, la accesibilidad y la equidad social. Al priorizar la empatía, los arquitectos/as pueden diseñar entornos que eleven a las comunidades, aborden las disparidades y creen espacios inclusivos que promuevan un cambio social positivo de manera tangible y centrada en el ser humano.
El diseño impulsado por la empatía comienza con escuchar y colaborar. Los profesionales de la arquitectura se involucran directamente con las personas que habitarán los espacios que crean, asegurándose de que las soluciones de diseño reflejen las diversas necesidades y aspiraciones de la comunidad. Al involucrar a los residentes, los arquitectos/as se alejan de los enfoques de arriba hacia abajo y se mueven hacia un modelo participativo, donde el diseño es una herramienta para el empoderamiento.
Sin embargo, más que ser un proceso participativo, es un proceso colaborativo. Reconoce, a través del diálogo y la interacción, las debilidades y fragilidades de las comunidades, no dándoles la plena responsabilidad del proyecto, sino más bien instrumentalizando y empoderando sus competencias para que avancen dentro del marco propuesto por los arquitectos/as. Esta colaboración da como resultado espacios que cumplen con requisitos prácticos y promueven un sentido de pertenencia e identidad, fomentando una conexión más profunda entre los individuos y su entorno.
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En el contexto de la arquitectura, la empatía es un catalizador para el cambio social. Desafía a los arquitectos/as a considerar el impacto más amplio de sus diseños en la equidad social, haciendo que los espacios sean más inclusivos y adaptables. Ya sea abordando vivienda asequible, infraestructura pública o espacios de reunión comunitaria, el diseño impulsado por la empatía eleva el papel de la arquitectura en la promoción de la justicia social. Al integrar la empatía en el proceso de diseño, los arquitectos/as tienen el poder de crear entornos más equitativos y solidarios que sirvan al bien común.
El diseño impulsado por la empatía está arraigado en la colaboración, involucrándose con la comunidad para comprender sus experiencias y desafíos únicos. Este enfoque requiere una salida de los procesos de diseño de arriba hacia abajo, moviéndose hacia la colaboración con la comunidad. El arquitecto/a se convierte no solo en un creador de espacio, sino en un oyente y participante activo, interactuando con las personas para co-diseñar espacios que satisfagan sus necesidades específicas; sumergiéndose en el contexto de las personas para las que están diseñando, asegurándose de que los espacios resultantes reflejen los valores, necesidades e identidad de la comunidad. Este enfoque participativo asegura que la arquitectura resultante revele las experiencias, aspiraciones e identidades de la comunidad a la que sirve, fomentando un sentido de pertenencia y propiedad.
Varios proyectos arquitectónicos han implementado con éxito principios de diseño impulsado por la empatía, demostrando el impacto transformador de este enfoque en la equidad social. Un ejemplo notable es el trabajo de MASS Design Group, particularmente su proyecto en el Hospital del Distrito de Butaro en Ruanda. El hospital fue diseñado no solo para atender las necesidades de salud de la región, sino para reflejar la dignidad y las aspiraciones de la comunidad local. MASS se comprometió con los residentes, profesionales de la salud y pacientes a lo largo del proceso de diseño, asegurando que el diseño del hospital, los materiales y la atmósfera estuvieran alineados con las necesidades de la comunidad. El hospital cuenta con ventilación natural, roca volcánica de origen local y vistas del paisaje circundante, todo lo cual contribuye a un entorno de sanación. Además, el proyecto proporcionó oportunidades laborales locales, con miembros de la comunidad involucrados en la construcción, asegurando que los beneficios económicos del proyecto se compartieran con las personas a las que fue diseñado para servir. Con todas estas estrategias, los arquitectos "redujeron el carbono incorporado del proyecto y aseguraron que el 85 por ciento de los costos de construcción se invirtieran en la economía local."
Los Centros Maggie, diseñados por varios arquitectos de renombre como Frank Gehry, Zaha Hadid, Snøhetta y Foster + Partners, son otro ejemplo destacado de diseño impulsado por la empatía. El diseño de estos centros de atención oncológica se centra en crear entornos de apoyo y acogedores para los pacientes y sus familias. Los arquitectos/as se involucraron con profesionales de la salud y pacientes para entender cómo el diseño de estos espacios podría impactar positivamente el bienestar, creando centros que están intencionalmente diseñados para sentirse domésticos y no institucionales, con luz natural, jardines e interiores íntimos y hogareños. Estos centros son accesibles para todos, independientemente de la capacidad física, el estado económico o el trasfondo cultural, asegurando que la arquitectura fomente un sentido de pertenencia y fortalezca el tejido social de la comunidad, mientras es acogedora, utilizable y culturalmente sensible. Al abordar las necesidades emocionales y psicológicas de los pacientes, los Centros Maggie demuestran cómo la arquitectura puede contribuir a la sanación y la dignidad humana, ilustrando el poder del diseño empático en espacios de atención médica a través de la inclusividad.
El diseño impulsado por la empatía también es crucial para abordar la crisis de vivienda. El Proceso de Diseño Participativo observado en el proyecto de vivienda Quinta Monroy en Iquique, Chile, diseñado por ELEMENTAL, refleja cómo la empatía puede influir en los desarrollos de vivienda a gran escala. El proyecto aborda las necesidades de vivienda de familias de bajos ingresos al proporcionar "medias casas" que los residentes pueden completar a medida que mejora su situación financiera. Este diseño adaptable, basado en principios de flexibilidad y adaptabilidad, se informó a través de amplias consultas con la comunidad, permitiendo a las familias personalizar sus hogares con el tiempo. La naturaleza participativa del proyecto aseguró que la solución habitacional fuera práctica, asequible y alineada con las necesidades de los residentes. Al incorporar flexibilidad en el diseño, Alejandro Aravena y su equipo empoderaron a los residentes para que se apropien de sus hogares, mejorando la equidad social de manera significativa y sostenible.
De manera similar, el proyecto Empower Shack en Khayelitsha, Sudáfrica, liderado por Urban Think Tank, reimagina la vivienda para asentamientos informales a través de un proceso de diseño participativo. Al involucrar a la comunidad en el proceso de diseño y construcción, los profesionales de la arquitectura crearon viviendas asequibles y expandibles que satisfacen las necesidades de las familias de bajos ingresos que viven en asentamientos informales. Cada shack está diseñado para ser ampliado con el tiempo, permitiendo a los residentes personalizar sus hogares a medida que mejora su situación financiera. Esta flexibilidad empodera a los residentes, dándoles un sentido de control sobre sus condiciones de vida, que a menudo falta en los proyectos de vivienda pública tradicionales. Al involucrar a la comunidad en el proceso de diseño y construcción, Empower Shack no solo aborda la necesidad de vivienda adecuada, sino que también mejora la cohesión social y las oportunidades económicas, demostrando cómo la empatía puede dar forma no solo a la forma física de la vivienda, sino también a las dinámicas sociales dentro de ella, fomentando un sentido de empoderamiento y sostenibilidad a largo plazo.
Desafíos y Oportunidades
Si bien el diseño impulsado por la empatía ofrece numerosos beneficios, también presenta desafíos. Aunque tiene un inmenso potencial para fomentar la equidad social y crear espacios más inclusivos, también presenta un conjunto de desafíos para los arquitectos/as. Uno de los obstáculos más significativos es equilibrar la empatía con las limitaciones prácticas como el presupuesto, el tiempo y las regulaciones. Muchos proyectos que buscan servir a comunidades desfavorecidas a menudo están restringidos por presupuestos ajustados, lo que puede limitar el alcance de lo que se puede lograr. Por ejemplo, aunque los arquitectos pueden querer involucrarse profundamente con las comunidades a través de procesos de diseño participativo, el tiempo y los recursos adicionales requeridos para tal colaboración pueden estar en desacuerdo con las limitaciones financieras o los plazos del proyecto. Navegar esta tensión requiere soluciones creativas que aprovechen al máximo los recursos disponibles sin comprometer el núcleo empático del proyecto.
Otro desafío es superar las desigualdades sociales profundamente arraigadas que no pueden resolverse solo con el diseño. La arquitectura puede abordar barreras físicas y sociales, pero no puede resolver por sí sola problemas sistémicos como la pobreza, la falta de acceso a la educación o políticas discriminatorias. Los arquitectos/as que trabajan en comunidades desatendidas a menudo descubren que el éxito de sus diseños depende no solo del entorno construido, sino también de sistemas de apoyo más amplios, como servicios sociales o cambios en políticas públicas. Esto a veces puede llevar a la frustración cuando los diseños empáticos se ven obstaculizados por factores fuera del control del arquitecto. Proyectos como el Empower Shack ilustran la complejidad de abordar problemas arraigados a través de la arquitectura, donde el diseño solo no puede resolver la pobreza sistémica, pero puede proporcionar un punto de partida digno para que los residentes mejoren sus vidas.
La sensibilidad cultural y contextual también presenta desafíos. El diseño impulsado por la empatía requiere una comprensión profunda de los contextos sociales, culturales y económicos en los que existe un proyecto. Los arquitectos/as deben evitar la tentación de imponer sus valores o suposiciones a una comunidad, lo que puede llevar a diseños que, aunque bien intencionados, no satisfacen las verdaderas necesidades de las personas a las que están destinados. Este desafío es evidente en proyectos que sirven a poblaciones culturalmente diversas, donde los profesionales de la arquitectura deben tener cuidado de evitar soluciones de "talla única". El proyecto de vivienda Quinta Monroy demuestra cómo un diseño culturalmente apropiado — arraigado en tradiciones y estructuras sociales locales — puede fomentar un sentido de comunidad y pertenencia. Sin embargo, alcanzar este nivel de empatía cultural requiere una extensa investigación, diálogo y una disposición a adaptar los diseños en función de los comentarios, lo que puede ser difícil en proyectos de ritmo rápido o impulsados comercialmente.
A pesar de estos desafíos, el diseño impulsado por la empatía representa un cambio de paradigma en la arquitectura, alejándose de soluciones de arriba hacia abajo y de talla única hacia un enfoque más colaborativo y receptivo. Al priorizar la equidad social a través de la empatía, los arquitectos/as pueden crear espacios que reflejen las necesidades, valores y aspiraciones de las comunidades a las que sirven. Este enfoque no solo es éticamente responsable, sino que también conduce a proyectos más sostenibles y exitosos. Como se ha visto, el diseño impulsado por la empatía puede transformar vidas, proporcionando dignidad, empoderamiento y oportunidades a quienes más lo necesitan. En última instancia, la empatía en la arquitectura no se trata solo de crear edificios, sino de construir comunidades más fuertes y equitativas.
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