“Es el juego entre tres escalas las que caracterizarán y darán significado a Brasilia… la escala cotidiana o residencial… la llamada escala monumental donde el hombre adquiere una dimensión colectiva; la expresión urbana del nuevo concepto de noble… Finalmente la escala agregada, donde dimensiones y espacio son deliberadamente reducidos y concentrados para crear un clima adecuado para la congestión… Hasta podríamos agregar una cuarta escala, la escala bucólica de los espacios verdes”.
Hoy celebraríamos el cumpleaños numero 114 del arquitecto y urbanista brasileño Lucio Costa. La presencia de Costa contribuyó decisivamente en la construcción de la arquitectura moderna brasileña, entre los años 30 y 60, fue uno de los mayores exponentes de esta nueva cultura, logrando dar las bases, los criterios y la estructura para esta nueva arquitectura.
Lucio, por el trabajo de su padre, vivió mucho tiempo en Europa (Reino Unido y Suiza) lo que le permitió tener una rica y muy variada educación. De vuelta en Brasil estudió arquitectura en la Escola de Belas Artes de la Universidad Federal de Río de Janeiro, graduandose en 1924. A pesar de ser formado bajo una escuela clásica, Costa, fue fuertemente influenciado por las ideas del movimiento moderno y Le Corbusier. En 1932 cuando es nombrado director de la Escuela, se esfuerza por implantar cursos de arquitectura moderna y convence a Le Corbusier de vivir en Brasil por cuatro semanas para dar conferencias a alumnos. Dentro de sus alumnos se encuentra el renombrado Oscar Niemeyer, con el que proyecta en 1939 el Pabellón Brasilero en Nueva York.
En 1957 ganó el concurso público para diseñar el plan piloto de la nueva capital. Su diseño era distinto a cualquiera que se presentó con líneas modernas, amplias avenidas, edificios monumentales y grandes explanadas verdes, tuvo mucho rechazo por parte de los arquitectos de la competencia, sin embargó ganó el concurso con una votación casi unánime.