"Mientras estudiaba arquitectura me daba cuenta de que (los arquitectos) no trabajábamos para la sociedad. Solo lo hacíamos para la gente privilegiada. Pensé que era una pena". Con esta frase recordabamos hace unos días la visión social del Pritzker 2014, Shigeru Ban; palabras que después del gran incendio en Valparaíso se vueven más relevantes que nunca.
Probablemente, en la mayoría de las viviendas dañadas y destruidas, no hubo un arquitecto detrás ni mucho menos existió planificación urbana en la zona -conformada en base a asentamientos informales-, y aunque la responsabilidad primera no recae en nosotros, es el momento de preguntarnos si estamos realmente enfocados en lo fundamental. En Chile existen 3.500 estudiantes de arquitectura y 1.400 arquitectos por año... nuestro país destaca a nivel internacional por la alta calidad de su arquitectura, reflejada en innumerables viviendas unifamiliares y algunos edificios de mayor envergadura, sin embargo, desde las escuelas pareciera estarse postergando la otra parte de la realidad, quizás la más crítica, y que hoy queda en evidencia. ¿Estamos idealizando nuestra carrera y equivocando la noción de "éxito" dentro de nuestro campo?