Este artículo se publicó originalmente en Common Edge como "Presenting Architecture as Progressive, but Practicing Through Exclusion".
Para una profesión a la que le gusta presumir por lo bienintencionada que es y que se ve a sí misma como liberal, diversa, abierta y progresista, la arquitectura británica tiene un serio problema con la diversidad de casi todo tipo. A lo largo de la historia y hasta hoy, es un territorio dominado por personas de entornos acomodados. Aunque el Reino Unido ha sido responsable de la formación de muchas arquitectas brillantes, la industria aún no logra regular los salarios entre hombres y mujeres. Como consecuencia, la profesión de la arquitectura ha visto históricamente una gran pérdida de mujeres arquitectas después de los 30 años de edad, principalmente porque no ha sido capaz de proporcionar un equilibrio entre el trabajo y la vida familiar. Étnicamente hablando, la arquitectura es una profesión mayoritariamente blanca, considerando que estamos entrando en el año 2021. Un pequeño logro es el haber aceptado a la comunidad LGBTQ dentro de la disciplina, pero como ocurre con las mujeres y las minorías religiosas y étnicas, historias de comentarios poco profesionales, bromas inapropiadas, muchas veces dichas de manera "inocente" y la mirada en menos de su genero, rondan en el área.