A mediados del mes de marzo, se produjo un fenómeno ambiental sobre la ciudad de Medellín que alteró la calidad del aire obligando al alcalde Federico Gutiérrez Zuluaga a declararla en alerta roja. Debido a factores geográficos, climáticos y producto de la descarga de gases emitidos por la industria, una espesa y tóxica neblina se posó sobre el área urbana afectando terriblemente a sus habitantes. Después de recibir los resultados sobre las actividades meteorológicas del mes, emitidos por las 8 estaciones de monitoreo que se encuentran en el Valle de Aburrá, cuenca natural del Río Medellín, se formularon una serie de restricciones en las dinámicas urbanas y de diferentes sectores de la industria y la movilidad.
La implementación de estas medidas durante los primeros días de abril lograron mitigar superficialmente la problemática, pero esta condición ambiental no ha sido una atribución reciente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) posicionó a Medellín como la novena ciudad más contaminada de Latinoamérica, luego de Belo Horizonte (Brasil), Tegucigalpa (Honduras), Guatemala, Toluca (México), Monterrey (México), Río de Janeiro (Brasil), Lima (Perú) y en primer lugar Cochabamba (Bolivia).