Como habitantes de las grandes ciudades, tendemos a ser arrastrados a un estilo de vida muy acelerado. Rodeados de edificios e infraestructura monumentales, fácilmente podemos perder de vista los espacios clave que nos conectan con nuestro barrio y nos brindan raros momentos de paz y disfrute. La apropiación del entorno que habitamos se convierte en una circunstancia poco común.
En ciudades donde los espacios públicos a veces se pasan por alto o se utilizan de manera errada, la necesidad de estructuras a escala humana es fundamental. Para fomentar la participación cívica, la recreación, la socialización y, en general, hacer que la ciudad sea más habitable y agradable para sus ciudadanos, los puntos de referencia relativamente pequeños en el ámbito público generan oportunidades para que los usuarios interactúen con el espacio circundante de varias maneras. Para crear estos descubrimientos, un recurso común y fácil utilizado ha sido la creación de pabellones o instalaciones simples, captando la atención de los transeúntes, a su propia escala.