Los materiales, productos y sistemas constructivos evolucionan constantemente, siguiendo nuevas tecnologías, descubrimientos y tendencias de mercado. La pregunta es: ¿estamos, como arquitectos, evolucionando con ellos? Hemos escuchado sobre robots trabajando en sitios de construcción, materiales sensibles e inteligentes y el desarrollo continuo de la impresión 3D, pero ¿será que todo esto se convierte en ruido blanco al momento de comenzar un nuevo diseño? Más importante aún, ¿podrían estos nuevos sistemas continuar progresando sin tomar en cuenta la calidad de vida de las personas, sensible y efectivamente?
¿Cómo debemos usar los materiales –en sus formas tradicionales y concepciones futuras– para que nuestros proyectos hagan contribuciones relevantes a la forma en que habitamos nuestro planeta?
Para evolucionar tenemos que saber; por eso es necesario empezar a debatir sobre estos temas.