En agosto de 2016, un poderoso terremoto de 6,2 grados de magnitud sacudió el centro de Italia, ocasionando la pérdida de casi 300 vidas y la destrucción de arquitectura histórica de siglos de antigüedad. En el centro de la destrucción estaba Amatrice, una hermosa ciudad montañosa situada en los Apeninos del Lazio, que se redujo a meros escombros, dejando cientos de muertos o heridos y a los sobrevivientes sin hogar.
Pero la comunidad no podía estar retenida. Poco después del desastre, comenzaron los esfuerzos de reconstrucción, con la ayuda de algunos de los mejores arquitectos de Italia, como Renzo Piano y Stefano Boeri Architetti, que pudieron construir una nueva cantina en tan solo unas semanas.