Se dice que nuestra capacidad como especie para establecer fácilmente fuertes vínculos emocionales con criaturas de otra especie es una de las características únicas que diferencian a los humanos de los animales. Pero, ¿qué pasa con el amor que recibimos a cambio? Los científicos han llegado incluso a medir y comparar la presión sanguínea y los niveles de oxitocina de nuestras mascotas cuando estamos juntos y cuando estamos separados, para demostrar este hecho.
Con el amor familiar recíproco que se comparte entre mascotas y dueños, casi como entre los propios miembros de una familia, no es de extrañar que nuestras mascotas se sientan parte de nuestras familias. Pero, ¿por qué, entonces, somos menos propensos a incluirlos en las principales decisiones de diseño de nuestros hogares?