El 18 de octubre de 2019, el descontento social desbordó las calles de Santiago y, luego, todo Chile. Las protestas iniciadas originalmente por un aumento de $30 (4 centavos de dólar) en la tarifa del Metro de la capital chilena fueron escalando rápidamente desde comienzos de ese mes, dando lugar a demandas que luego apuntaron a cambios estructurales en el sistema económico y social chileno. Las protestas desembocaron en enfrentamientos diarios entre manifestantes y fuerzas policiales especiales que llevaron a un uso excesivo de gases lacrimógenos en todo el país hasta el día de hoy.
Aunque el uso de gas lacrimógeno en guerras está prohibido desde 1925, la policía puede usarlo para dispersar a manifestantes en todo el mundo, tal como sucedió en Chile. El ejemplo más icónico es Plaza Italia —o Plaza Dignidad, como ha sido conocido alternativamente este espacio desde que comenzó el estallido social—, donde una cámara registra diariamente las actividades alrededor de la icónica rotonda, incluido el uso constante de gas lacrimógeno todos los viernes.