El enfoque de la arquitectura contemporánea en relación al espacio es bastante lineal: se trata de un volumen específico dentro de alguna forma de construcción material. Pero si echamos un vistazo a las primeras viviendas intencionales de la humanidad, está claro que fueron mucho menos premeditadas.
En lugar de espacios hechos por el hombre para ser amoblados, nuestras primeras casas eran guaridas de cuevas naturales que ofrecían a los cazadores-recolectores protección temporal de los elementos y de los depredadores potenciales. Solo con el desarrollo de la agricultura nuestros antepasados comenzaron a construir residencias permanentes. Hasta el día de hoy, el "trogloditeísmo" — o la vida en cuevas — sigue conectado con ideas de disociación social y un deseo hermético de existir fuera de las normas arquitectónicas ortodoxas. Sin embargo, desde el norte de China hasta el oeste de Francia y el centro de Turquía, cientos de millones de personas todavía eligen pasar sus vidas, al menos parcialmente, bajo tierra.