La industria de la construcción mueve una gran cantidad de recursos, emplea a millones de personas y es un termómetro de la situación económica de los países. Si la economía va mal, la construcción se contrae, y viceversa. Compañías mineras, contratistas, fabricantes de materiales, arquitectos, ingenieros, gobiernos, bienes raíces, y muchos otros actores participan directa e indirectamente en este medio. Sin embargo, se considera que esta es una de las industrias más atrasadas y resistentes a los cambios y nuevas tecnologías, replicando procesos ineficientes y aportando con altas tasas de desperdicio. Un estudio realizado por McKinsey & Company mostró que, a diferencia de otras industrias, la productividad de la industria se ha mantenido estable en los últimos años, a pesar de todo el aporte tecnológico que se ha producido.