'Es en la práctica de experimentar las diferencias donde nos descubrimos como yos y como tus'. - Paulo Freire (1994)
Cuando llegué a San Francisco de Alfarcito la primera vez, viajando por la puna jujeña, intuí que algo especial flotaba en el ambiente. No era para menos: todo lo que iba descubriendo y recorriendo al caminar por las calles era una invitación a querer conocer más, a saber más de ese increíble lugar. Al poco tiempo volví acompañando a colegas del Colegio de Arquitectos (padrinos de la escuela del pueblo) y, desde entonces, entablé una entrañable amistad con algunos de los pobladores de la comunidad, permitiéndonos acercarnos e intercambiar miradas y horizontes, provocando un mutuo crecimiento.
Una sensación de calidez que parecía reinar en el trato y la convivencia de sus habitantes, plasmado en el trabajo comunitario y la organización interna de la comunidad, me parecieron un claro ejemplo de gestión colaborativa y participativa, comprometida con su tiempo y lugar. Los más ancianos acercaron relatos de historias de vida, recordaron la manera en que se logró traer el agua al pueblo y nos contaron cómo sus abuelos transmitieron las enseñanzas para picar piedras y construir los lugares de vivienda.