En el siglo XX, los espacios comunes de un pueblo o colonia eran por lo general construidos y manejados por instituciones del estado o religiosas. En décadas recientes se han multiplicado los centros comunitarios administrados por universidades, organizaciones no gubernamentales, colectivos y comunidades organizadas. Los nuevos espacios responden no a una lógica nacional o global, sino a condiciones y procesos locales.
El pabellón de México en la Bienal de Venecia reunió diversos centros comunitarios que proponen nuevas maneras de entender lo colectivo y su relación con el espacio. Entre ellos se encuentran la Granja Transfronteriza, en Tijuana, el Centro Ejidal Margaritas en el desierto de San Luis Potosí e infraestructuras comunitarias en Altos de San Pablo en Querétaro.
Desde estos sitios se gestionan procesos sociales y de manejo del territorio. Son también lugares para la experimentación donde se ensayan nuevas maneras de concebir y practicar la participación. Los centros comunitarios en el pabellón aportan lecciones importantes para la articulación de procesos arquitectónicos, sociales y políticos.