Si con su filme anterior, “Equilibrium” en 2002, el director Kurt Wimmer había logrado -con recursos limitados- una historia coherente con una estética bien lograda (hoy considerada una obra de culto); su siguiente obra conseguiría exactamente lo contrario. “Ultraviolet” no sólo es considerada un despropósito visual, de efectos especiales rebuscados y una historia que no termina por causar empatía con el espectador, sino que es vista como una de las peores cintas de la década, tanto para el público como para la crítica. Tan grande resultó su fracaso que mandó al olvido las aspiraciones de su director de volver a estar al frente de una cinta.
Cinematográficamente, la película peca del ya clásico “estilo sobre sustancia”, creando escenarios impactantes, llenos de detalles futuristas y con iluminaciones bien logradas, pero que resultan ser solo recipientes muy bellos para una historia frenética y casi inconexa. En este sentido las escenas de pelea coreografiadas al detalle, poseen el estilo narrativo propio de un video musical, donde la acción sigue la música pero no el desarrollo de una película completa.