En el marco del ambicioso proyecto de la Ciudad Satélite encomendado al arquitecto Mario Pani en Ciudad de México a mediados del siglo XX, Luis Barragán recibe de Pani en 1958 el encargo de realizar una fuente que sirviera de motivo distintivo de la entrada por la principal vía de acceso a la urbanización.
Para eso, este renombrado arquitecto mexicano proyectó junto al escultor Mathias Goeritz cinco torres de concreto, de planta triangular y diferentes colores y alturas (la más alta de 52 metros), con un carácter totalmente escultórico y la función primordial de que se pudieran destacar aún contemplados desde lo lejos y en movimiento.