En París, durante los años cincuenta, se discutía cómo el mundo de la arquitectura estaba dividido en dos vertientes: la racionalista–funcionalista versus la organicista. En las notas de clase del joven Germán Samper del seminario que sobre arquitectura moderna toma con Pierre Francastel, hay una serie de dibujos tomados del libro Historia de la Arquitectura Moderna de Bruno Zevi.
Con una selección de estos dibujos, en este artículo se recuerda la forma en que Zevi catalogó la arquitectura de la primera mitad del siglo XX, exaltando las posturas organicistas y, a la vez, sirven para poner en tela de juicio una división que pareciera más política que arquitectónica. Para discutir sobre arquitectura, se recuerda la propuesta corbuseriana: buena arquitectura es aquella que logra ser una impecable “máquina de habitar” en estricto equilibrio con ser también una “máquina de emocionar”.