No es común hablar ampliamente sobre estas ideas en arquitectura, aunque más de una vez hayamos recaído en ellas. Diagnóstico, felicidad, rehabilitación, vacío, tristeza, miedo, salud, paciente, salvar…palabras que se repiten una y otra vez integrándose de forma cada vez más coherente conforme lo vas leyendo, y se va transformando en un discurso que nos convence de estas utopías arquitectónicas. No se trata de quiénes están detrás de esta propuesta, más bien se trata de qué logran para la arquitectura y la sociedad, a través de esta unión multidisciplinaria que se consigue desde sus distintos enfoques –sea desde la filosofía, la escultura, la ilustración–, todos medicina para el alma. En el fondo, son una crítica con el mejor estado de ánimo de los años 50.
En estos proyectos convergen diálogos de espacio y tiempo: que el edificio pueda trasladarse de lugar, que su atmósfera pueda evocar otra época. Una filosofía basada en curar las ciudades a través del desapego y la felicidad. Ningún edificio le pertenece a un territorio del todo, ningún espíritu es inherente a una época en sí. Como sus proyectos escultóricos, uno nace en Nueva York, otro se queda en Perú y otro termina en Brasil. Con la feliz estética cincuentera que pretenden traer de vuelta y viralizar en la expresión de sus ilustraciones contemporáneas. Aquí les presentamos el discurso de DAD y tres proyectos que ponen en práctica sus principios.
No se diga más, pues felizmente nos lo cuentan a detalle.