Nacido en el período de posguerra en el Reino Unido, el Movimiento Brutalista fue recibido inicialmente con escepticismo pero ha encontrado una nueva apreciación en la última década, capturando la imaginación de nuevos diseñadores fascinados por la interacción entre las formas geométricas impactantes y los materiales crudos expuestos en los que se representan. Desde Gran Bretaña, el movimiento se extendió por toda Europa, el sudeste asiático y África, reuniendo diferentes variaciones influenciadas por el estado cultural y socioeconómico de cada área. En este artículo, profundizamos en las particularidades que definen la contribución de Italia al movimiento brutalista, explorando el estilo a través de la mirada de Roberto Conte y Stefano Perego. Los dos fotógrafos también han publicado un ensayo fotográfico sobre el tema, en forma de un libro titulado “Brutalist Italy: Concrete Architecture from the Alps to the Mediterranean Sea”.
Reyner Banham: Las más recientes noticias y obras de arquitectura
Brutalismo en Italia: una arquitectura de materiales y formas en su estado puro
Ángeles, La arquitectura de cuatro ecologías / Editorial Gustavo Gili
El historiador y crítico británico Reyner Banham descubre en Los Ángeles esta “ciudad instantánea en un paisaje instantáneo”, “una extraordinaria mezcla de geografía, clima, economía, demografía, mecánica y cultura”, y amplía no solo del concepto de ciudad, sino de la arquitectura misma, estableciendo cuatro ecologías de estudio —las playas, las colinas, las planicies y la red viaria— de una manera inclusiva, evitando cualquier estudio cliché sobre las supuestas maldades de muchos relatores foráneos de la ciudad.
¿Instalaciones y mecanismos técnicos a la vista en la arquitectura?
'Cuando tu casa contiene semejante complejo de cañerías, conductos de humos, cables, luces, enchufes, hornos, piletas, trituradores de residuos, antenas, refrigeradores, calentadores – cuando contiene tantos servicios que el equipo podría soportarse por sí mismo sin ayuda de la casa, ¿para qué tener una casa para sostenerlo? Cuando el costo de todo este instrumental es la mitad del costo total (o incluso más), ¿qué es lo que está haciendo la casa excepto esconder sus partes pudendas mecánicas de la mirada de los transeúntes?' (Reyner Banham) [1]
Habitualmente, la arquitectura es pensada como una carcasa, escondiendo el complejo sistema de redes y flujos que permite que podamos habitarla. El camino natural –y familiarizado– parece ser ese: esconder lo que nos parece poco atractivo y crear escenarios según las modas del momento o el gusto del cliente.
¿Pero qué pasa si estos mecanismos son expuestos a la vista de sus usuarios? Aparentemente muy poco. Sigue siendo una operación expresiva y formal, a menos que sus mecanismos empiecen a ser parte de la estructura o del espacio, o sean aprovechados en favor de sus habitantes.