A partir del ingenio, el ladrillo ha proporcionado históricamente una diversidad de espacios habitables, desde cerrados y protegidos hasta entramados variables que permiten el ingreso de la luz solar. Por factores económicos y por su estética decorativa -tanto en color y textura- en ocasiones encontramos sus caras descubiertas, evidenciando una temática común en muchas ciudades.
Esta terminación material sincera en nuestros proyectos, sin embargo, puede ir perdiendo algunas de sus características producto del paso del tiempo. La presencia de la humedad, el efecto del viento y la incidencia solar pueden tanto provocar en estos materiales porosos eflorescencias y hongos como afectar el color y erosionar sus superficies, deteriorando sus propiedades y atractivos.
Con este motivo, a continuación señalamos una serie de consejos y tratamientos de mantenimiento para que puedas limpiar y reparar los ladrillos a la vista de forma sencilla.