Como muchos estudiantes de arquitectura, Hank Butitta estaba frustrado. Frustrado porque sus proyectos y los de sus compañeros les llevaban mucho tiempo de diseño y desarrollo y casi siempre quedaban en nada. Es por eso que para su tésis, decidió comprar un viejo bus escolar para convertirlo en un espacio de vida flexible. El resultado: una micro-casa móvil de 21 m2, con suelos de madera reciclada e iluminación ambiental LED de intensidad regulable.
Butitta comenta: "Este proyecto es una manera de mostrar cómo la construcción de una pequeña estructura con detalles simples puede ser más valiosa que la elaboración de un proyecto complejo que se queda sólo en la teoría pero no llega nunca a la realidad". El proyecto, que fue concebido como un guiño al movimiento Tiny House, ha tenido una gran acogida por parte de los medios de comunicación, quienes han visitado el lugar, preguntando como se resolvieron ciertos problemas y de dónde provienen los materiales.