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La torre del Banco de Bilbao fue un concurso ganado por Sáenz de Oíza en 1971, y que se construyó entre 1979 y 1981. El volumen de 30 pisos de altura, y 30×40 metros de superficie, debía resolver dos considerables desafíos técnicos: debía apoyarse por sobre los túneles del tren de cercanías que pasan por el terreno, y debía construirse rápidamente. La solución estructural y constructiva es notable: de los dos núcleos estructurales y de circulaciones – que están apoyados a cada lado de los túneles – enormes vigas sostienen 6 plantas de hormigón armado, de las que cuelgan plantas intermedias construídas en acero. Las plantas estructurales contienen entrepisos técnicos, dividen verticalmente el edificio, lo que se acusa en la fachada, y proporcionan plantas de doble altura donde se localizan los recintos que pueden aprovechar la mayor altura, como auditorium o salas de reuniones. Además de la resolución estructural, Sáenz de Oíza jamás pierde de vista construir un buen lugar para trabajar: las fachadas de vidrio que iluminan las plantas están rodeadas de parasoles metálicos que median entre exterior e interior y definen la fachada del edificio, con precursor criterio energético y de confort.