El idealismo y el materialismo, esas dos visiones antagónicas de la filosofía, se perciben sin cesar en la arquitectura. Juan Gris decía que un clavo se hacía con la idea de un clavo, mientras que Braque pensaba que un clavo se hacía con un hierro.
Veredes: Las más recientes noticias y obras de arquitectura
Hacia una estética de la destrucción: Desmantelamiento en la central nuclear de Vandellòs
Las últimas décadas han dejado una renovada concepción de la ruina condicionada por la lógica de la sociedad contemporánea. Estas ruinas podemos encontrarlas, por ejemplo, en el derribo de edificios industriales de escala desmesurada. Sin embargo, están exentas de sus valores históricos y enigmáticos por haberlas visto nacer y su coexistencia en el presente.
Las precursoras de la proximidad: Genealogía feminista de la ciudad de los 15 minutos
La proximidad, entendida como cualidad urbana que facilita la gestión y el desarrollo de las diferentes actividades de la vida cotidiana, ha sido desde hace décadas una reivindicación del urbanismo feminista y con perspectiva de género. En los años setenta académicas procedentes de diferentes disciplinas comenzaron a analizar el vínculo entre la conformación y uso de los espacios y las relaciones y los roles de género. Desde entonces, se ha desarrollado una crítica consistente a la configuración androcéntrica de la ciudad, al tiempo que se han elaborado propuestas y criterios para repensar los espacios desde una perspectiva de género.
Pioneras italianas: Reflexionando en torno a genealogías alternativas más allá del canon
Las leyes italianas nunca negaron explícitamente a las mujeres el acceso a la universidad; no obstante, su escasa presencia en el siglo XIX —de 1867 a 1900 sólo hubo 224 mujeres graduadas en Italia— demuestra cómo lo que podría definirse como una doble discriminación, basada tanto en el género como en la clase social, operaba a través de un sistema educativo intrínsecamente elitista y dualista.
¿Cuál es el rostro de la ciudad?
Hace ya años que la ciudad ha ganado su pulso al campo. La ciudad es sinónimo de vida urbana, de actividad económica y de oferta cultural y comercial, pero no siempre lo es de bienestar o calidad de vida.
Las grandes urbes del sudeste asiático son las ciudades del planeta con mayor ritmo de crecimiento, pero también son las que condensan peores condiciones de vida. Este modelo de crecimiento ilimitado ha situado además el centro de gravedad de la ciudad en su desarrollo económico, olvidando por completo la componente social de la urbe. Si hacemos un recorrido por los centros de todas estas megaurbes, descubriremos una especie de no lugar, de lugar común donde los elementos se repiten copiando un mismo modelo que es el que parece conducir al éxito financiero, pero que por contra ha borrado cualquier rasgo propio de la identidad del lugar. Esa globalizada falta de identidad ha borrado también al sujeto, a la persona, de modo que parecería que las grandes ciudades se encuentran hoy habitadas por marcas y lobbys en lugar de por personas.
Iñaki Bergera: 'Sin la fotografía, la arquitectura moderna no hubiera llegado a ser lo que es'
Con motivo de la exposición ‘Cámara y modelo. Fotografía de maquetas de arquitectura en España, 1925–1970’ en el Museo ICO hemos tenido la oportunidad de mantener una pequeña conversación el comisario de la exposición, Iñaki Bergera sobre este primer homenaje realizado en España a estos dos sistemas de representación de la arquitectura.
Archigram, una visión de la sociedad tan optimista como irreal
Críticos de las propuestas del movimiento moderno e insatisfechos con el statu quo de la época, Archigram estableció durante una década imágenes de un interesante caudal reflexivo sobre las ciudades y su arquitectura.
El grupo nació en 1961 con la publicación de una revista producida de manera amateur por Peter Cook, David Greene y Mike Webb. El nombre conjuga las palabras Arquitectura y telegrama, declamando la idea de su mensaje. En 1962, para la edición del segundo número se suman Ron Herron, Dennis Crompton y Warren Chalk. La revista aumenta su tirada y son invitados a la exposición “Living City” en 1963. A partir de ese momento, el grupo es reconocido por la crítica arquitectónica como un colectivo de trabajo con el nombre de la revista.
Madrid '54, la Expo española que no fue
La capitalidad de la nación fue un asunto fundamental para el régimen de Franco. La duración sostenida del frente de Madrid desde los últimos días del año 1936 hasta el final de la guerra había provocado considerables daños materiales, especialmente en la zona oeste de la capital —Ciudad Universitaria, barrio de Moncloa, Gran Vía— cuya reparación se convirtió en asunto de máxima urgencia. En cualquier caso, la reconstrucción de la ciudad no era prioritaria por razones puramente materiales. En los afanes del régimen, Madrid era un símbolo.
Madrid era la alegoría construida —destruida, en este caso— de los estragos causados por el bando perdedor y a la vez, símbolo del nuevo poder centralizado, representativo y unificador de las ideas imperiales del régimen. El objetivo de los primeros años de la posguerra era, de forma un tanto utópica la reconstrucción, no solo física sino sobre todo espiritual, de la capital. Este esfuerzo, pese a sus evidentes dificultades, acabó conformando buena parte de la fisonomía actual de la ciudad.
¿Crítica de arquitectura?
Hace unos días terminé de leer el libro Mi Vida del crítico alemán de origen polaco y judío, Marcel Reich-Ranicki, un hombre notorio en Alemania, donde vive sus noventa y dos años. Hago constar su condición judía porque MRR sufrió mucho a consecuencia de ello en su país adoptivo durante los tiempos en los que el nazismo gobernó e hizo lo posible por destruir Alemania y buena parte de Europa. Y esa condición marcó su desarrollo personal e intelectual hasta convertirlo en una especie de vigilante celoso, participante calificado, del contencioso que los judíos necesariamente tienen con el universo cultural alemán.
MRR dice haber decidido desde muy joven convertirse en crítico literario, con lo cual en cierto modo coloca a la crítica como una especialidad, una profesión, un oficio que se abraza como cualquier otro y cuya finalidad es la de hacer juicios de valor sobre la literatura, señalar lo meritorio o lo menos logrado, ensalzar lo que se considera herencia cultural básica, desmontar prestigios y afirmar otros, y así por el estilo, destacando algo sobre lo cual MRR no ahorra palabras: la importancia del arte literario, la gloria, podríamos decir, de la literatura.
La destrucción de Barcelona
La destrucción de un edificio histórico, de un lugar en que se ha transmitido el saber de un ars, de una τέχνη, en que un artesano ha vivido y operado ignaro de la existencia de la historia, la industria, el scientific management, alejado de una leyes económicas que la prostitución del lenguaje insiste en llamar democráticas, un lugar en que el tiempo se ha depositado oscureciendo los días, es comparable a la destrucción de un libro.
Como dice Fernando Baéz en su excepcional Historia universal de la destrucción de libros, la destrucción de los libros –que ha periódicamente ocurrido y sigue ocurriendo, incluyendo entre los ordenantes de la destrucción a personas de la cultura como René Descartes, David Hume, Martin Heidegger, Vladimir Nabokov (quien quemó el Quijote ante más de seiscientos alumnos) –representa la aniquilación de la memoria, del patrimonio de ideas, la destrucción de lo que se considera una amenaza a un valor superior, perpetrada a través de un medio considerado sagrado.
Consumidores y consumistas
Ahora que se nos cae la política, que se nos cae la ideología, que se nos cae la cultura, la fe, la estructura… todo, la única certeza que nos queda es que vivimos en una sociedad de consumo y que el consumismo sigue siendo el rey de todo. No nos damos cuenta, pero nosotros, que ya no somos (o apenas somos) ciudadanos, lo que sí somos es consumidores, que al parecer vale mucho más.
Los consumidores mandamos, y lo hacemos con un poder absoluto. No tenemos que dar cuentas a nadie. Somos soberanos por nuestro capricho, porque sí, porque nos da la gana.
No tenemos que justificar nada, ni explicar nada, ni tener razón. Somos los amos y podemos comportarnos, si queremos, como niños caprichosos. Podemos ser políticamente incorrectos, injustos, lo que queramos. Puedo dejar de comprar un champú porque no me gusta la cancioncilla de fondo del anuncio, y puedo comprar un modelo de zapatilla porque me encanta esa chica que la anuncia. Sí; ya lo sé: Los publicistas saben todo eso y nos manipulan. Ya. Pero démosle la vuelta a la idea.
En los albores de la publicidad se anunciaban las propiedades del producto anunciado. ¡Pardillos! ¿Veis ahora que algún anuncio explique cómo es lo que anuncia?
Zumthor, entre el sosiego y la seducción
Una de las principales motivaciones de Peter Zumthor respecto a su propia obra consiste en proponer el entendimiento inmediato del objeto construido, para bucear mediante un atisbo primario la sensibilidad emocional de sus espectadores. En busca de ese objetivo, Zumthor procura que las combinaciones de formas, materiales, colores y texturas, se amalgamen en el pensamiento perceptivo, dando lugar a la creación de una atmósfera arquitectónica de identidad univoca.
A partir de esta idea, manipula cada entidad de diseño perfilando su anatomía, deliberando dónde y cuándo debe influir o no en un contexto determinado, y cómo debe expresar su presencia material en ese medio. La tensión que propone entre el entorno y el objeto busca alcanzar una sensación de lugar de manera natural, sin que la imposición de masas altere el equilibrio existente. Para ello, armoniza las posibilidades cinemáticas de los elementos de la arquitectura mediante secuencias espaciales que estimulan la distensión y la sorpresa.
La Villa Savoye en estuche de regalo
La Villa Savoye de Le Corbusier es una obra maestra, y por lo tanto es muchas cosas. Se ha hablado y escrito muchísimo sobre ella, y se seguirá hablando y escribiendo muchísimo más. Como todas las obras maestras, es inagotable; porque no solo es lo que es, sino lo que cada uno de nosotros queremos que sea.
Yo tengo poco que decir, y aun eso poco ya estará dicho más de una vez. Pero, de todas formas, voy a decirlo. Es apenas una observación marginal (como de costumbre) y tal vez un poco simplista (como de costumbre): Le Corbusier tiene un croquis muy famoso en el que simplifica cuatro formas de diseñar o de concebir un edificio. Es muy claro, como siempre.
La primera es diseñarlo como el edificio quiera ser; dejarlo crecer y manifestarse libremente, orgánicamente. Cada pieza y cada espacio se ubican según convenga y toman la forma que necesiten. El ejemplo que dibuja es su casa La Roche/Jeanneret en París.