Popularmente conocida como lotus, la especie acuática Nelumbo nucifera tiene una particularidad: sus hojas son autolimpiantes o ultrahidrofóbicas. Esto significa que no se le adhieren partículas de suciedad o agua, lo que es especialmente útil en el contexto húmedo y fangoso en el que vive la planta. Pero a diferencia de lo que podemos imaginar, esto no se debe a una superficie perfectamente lisa o una capa resinosa sobre sus hojas. De hecho, el loto está lleno de pequeños pliegues que reducen la superficie de contacto y repelen todas las partículas que intentan adherirse. El efecto loto ha sido estudiado por nanotecnólogos para aplicarlo a productos como superficies, pinturas, tejidos y baldosas que se pueden auto limpiar fácilmente. Por trivial que parezca, cuando pensamos en los recursos que se gastan en la limpieza de los cristales en rascacielos o incluso en la cantidad de energía fotovoltaica que se deja de generar debido al polvo de los paneles, podemos hacernos una idea de las infinitas posibilidades que representan las superficies hidrofóbicas.
La naturaleza, a lo largo de miles de millones de años, ha desarrollado soluciones adaptativas que estamos empezando a entender con las tecnologías que tenemos disponibles. Cuando científicos, biólogos, ingenieros, arquitectos y otros profesionales unen fuerzas y se enfocan en comprender aspectos de la naturaleza, con una visión empática y respetuosa, los resultados pueden ser impresionantes.