En la cultura tradicional china, tanto el té como el alcohol tenían una estética similar, y ambos influyeron en el lenguaje de la literatura y el arte. La gente solía intercambiar alcohol como regalo de la misma manera que lo haría después con el té. Hoy en día, cada vez más ciudades de China han adoptado esta cultura de la bebida que pasó de generación en generación, y la han reinterpretado de una forma contemporánea, que evoluciona constantemente en los cafés y bares urbanos.