Cuando miro la arquitectura de Guillermo Acuña rápidamente recuerdo esas conocidas casas chilenas de madera que se dispersan en el territorio, las que marcan puntos lejanos sobre los cerros y desdibujan apenas las orillas de las costas, las que se elevan ligeras y se mezclan con la naturaleza, las que nos enseñan sobre la honestidad material y la conexión con el paisaje. Las que nos recuerdan de dónde venimos y lo que hace el humano.
Es por esto que nos acercamos con una breve entrevista a la oficina de GAAA, para que nos cuente la historia sobre sus inspiraciones, sus propósitos, sus exploraciones y sus proyecciones.
Este viernes, en el marco de la Semana de la Madera, se dará inicio a las etapas 3 y 4 del proyecto Ochoalcubo, con una conferencia en dueto de dos grandes exponentes de la arquitectura internacional; el japonés Ryue Nishizawa, Pritzker 2010, y el chileno Alejandro Aravena, quien oficia como jurado del mismo galardón. Uno podría preguntarse, además de la profesión y del premio Pritzker, cuáles son los aspectos que unen a estos dos arquitectos como para verse involucrados en un mismo proyecto? Para el equipo de Ochoalcubo, la respuesta se encuentra en el “cinturón de fuego”. La franja a través de la cuál han acontecido los movimientos telúricos más grandes del mundo, registra el terremoto que afectó a Chile en el 2010 y el que un año después remeció Japón. Con este punto de convergencia y la exitosa participación del arquitecto japonés Toyo Ito en la primera etapa del proyecto, ocho arquitectos chilenos y ocho arquitectos japoneses se encuentran hoy trabajando en el diseño de 16 casas que dialogarán entre sí en las costas del centro de Chile.