En la medida que el 2021 llega a su fin, miramos hacia atrás y vemos cómo este año introdujo nuevas normalidades y también planteó nuevas preguntas sobre cómo podría ser el futuro del entorno construido. En retrospectiva, lo cierto es que no ha cambiado mucho el lugar donde la gente pasa la mayor parte de su tiempo. Tras los constantes cambios en las restricciones de transporte y la continuación de la pandemia, las personas reconocieron que la mayor parte de su tiempo lo pasarían en interiores, por lo que decidieron adaptar sus espacios de vida y trabajo en consecuencia.
Estos cambios bruscos en el estilo de vida obligaron a las personas a tomar conciencia de que el espacio que habitan tiene una gran influencia en su bienestar físico y mental, por lo que comenzaron a optar por características que promueven la sensibilidad, la calma, el optimismo y la alegría, emociones que contrarrestan los eventos incongruentes y problemáticos que tienen lugar en el mundo exterior y ofrecen una sensación implícita de escapismo.